Seguro que en más de una ocasión te has encontrado con productos que llevan asociados términos como orgánico, ecológico, biológico y sostenible. A simple vista pueden parecer sinónimos, pero todos ellos tienen particularidades que conviene conocer. En este artículo te ayudaremos a elegir uno u otro en función de tus preferencias y prioridades, ya que la regulación europea es muy confusa a la hora de precisar estos términos. Tanto es así, que las empresas del sector, junto con los consumidores, han ido precisando las particularidades de cada término.
Lo que sí hemos de dejar claro desde ya, es que consumir este tipo de productos ayuda a llevar una dieta más equilibrada; con más vegetales, menos azúcares y con mayor conocimiento de la procedencia de todo aquello que incorporamos a nuestra mesa.
Optando por alimentos orgánicos, ecológicos, biológicos y sostenibles haremos un gran favor a nuestro organismo y al planeta, ya que cada uno de ellos tiene como objetivo mantener nuestra salud y la de nuestro entorno. Eligiendo productos que lleven estos sellos estarás ayudando a conseguir un mundo mejor.
Por cierto, no te fíes de productos que lleven en el etiquetado el término “natural”, ya que de por sí carece de significado y puede llegar a confundir. En muchos casos se usa para equipararlo a los conceptos que hemos mencionado anteriormente, lo cual no es correcto y puede inducir a error a los consumidores. Existen en el lineal del supermercado muchas denominaciones que quieren expresar lo mismo, y que al no estar reguladas por ley, se usan indiscriminadamente y sin base real.
Creemos importante saber diferenciar entre producto orgánico, ecológico, biológico y sostenible. Así que vamos a ello.
Debes saber que encontrar un producto que lleve en su etiquetado el término “orgánico” indica que rechaza el uso de productos químicos artificiales o pesticidas. Es decir, únicamente se han empleado productos de origen natural hasta llegar a tu mesa. Aquellas personas que optan por productos orgánicos se aseguran evitar problemas de intolerancia y alergias a los químicos, cada vez más habituales hoy en día debido a la saturación de pesticidas que se usan con muchos alimentos. Además, son beneficiosos para la conservación de los recursos naturales y la buena salud de las futuras generaciones que vendrán.
El sello “orgánico” especifica que para conseguir ese producto no se ha empleado ningún elemento químico, eso incluye pesticidas, fertilizantes o sustancias de ese tipo. Hay que matizar que no todos los alimentos orgánicos son “bio”, ya que aunque no contengan químicos algunos han sido elaborados con productos alterados genéticamente.
Las virtudes de los productos orgánicos no se quedan únicamente en nuestra salud, ya que para el medio ambiente son muy positivos. Entre muchos beneficios, su cultivo previene la erosión del campo al favorecer la rotación de los terrenos y mantener la biodiversidad. De esta manera, se aumenta la fertilidad del suelo y se conserva el buen estado de los manantiales subterráneos.
Para que un producto lleve el sello “ecológico” debe pasar todas las fases de producción y desarrollo en la naturaleza, sin ningún tipo de interferencia artificial.
Por tanto, siempre que te encuentres con una hortaliza ecológica, por ejemplo, has de saber que hasta llegar a tus manos se empleó una semilla también ecológica, creciendo con tierra y agua sin contaminantes y carencia total de elementos químicos como fertilizantes o pesticidas. Por tanto, su sabor ha de ser únicamente resultado del clima y el suelo donde ha madurado ese alimento.
Además de los ya consabidos beneficios para nuestra salud, la producción de alimentos ecológicos es respetuosa con el entorno y la fauna. La crianza de ganado se establece en zonas sin contaminación, con alimento ecológico y sin utilizar hormonas o antibióticos. Se trata en todo momento de mantener la pureza de los recursos naturales, sin alterar el bienestar animal y vegetal y empleando recursos renovables.
Este término es empleado para hacer referencia a los productos que se han desarrollado sin ningún tipo de manipulación genética. Existen muchísimos productos en el supermercado que han sido alterados genéticamente y lo ignoramos. Si quieres asegurarte de que ningún componente del producto ha sido alterado, busca la etiqueta que indique “bio”.
Al igual que el resto de términos, los productos biológicos tienen un beneficio doble; para nosotros y para el medio ambiente. Su cultivo ayuda a mantener un alto nivel de biodiversidad, mejorando el patrimonio genético de las especies animales.
De entre todos los términos que estamos explicando en este artículo, “sostenible” es el que más abarca, ya que combina dos conceptos : el respeto al entorno y la economía. Que un producto sea sostenible tendrá siempre como principal objetivo el bienestar de las personas, pero sin dejar de lado el respeto a la naturaleza. Por tanto, un cultivo sostenible enfatiza que los agricultores y productores puedan vivir de ello para así potenciar la economía de la zona donde se desarrolla.
Remarcamos la importancia de conocer estos términos y sus diferencias. El aumento en la demanda de estos productos y, en consecuencia, su producción, hará que te los puedas encontrar habitualmente en el etiquetado de los productos y servicios que consumes.
Buenas tardes,
no sé si serían tan amables de confirmarme las siguientes afirmaciones, pues me surgen dudas a raíz de su artículo:
1. Un producto sólo puede considerarse ecológico si es orgánico y biológico a la vez.
2. El cultivo orgánico también emplea agua y tierra no contaminadas, no diferenciándose en ello del producto ecológico.
Muchas gracias por su tiempo. No encuentro información que de verdad me aclare dichos términos y su artículo es el que mejor lo explica de los muchos que he leído al respecto.
Saludos cordiales,
Clara.